Una mirada a quién soy
10 abril, 2023Cómo nos percibimos a nosotras mismas?
24 abril, 2023Justo hoy me ponía a pensar en que, aunque creamos que tomamos decisiones sobre nuestra vida, realmente no estamos tomando ninguna. A ver, me explico. Al vivir bajo un sistema social tan aferrado a los resultados, al dinero y a la generalización, inconscientemente creemos que estamos tomando decisiones de vida, cuando en realidad el sistema está decidiendo por nosotras.
Se establece un “trencito de vida” que creemos que tenemos que seguir al pie de la letra:
- Ir a la escuela
- Ir al colegio
- Escoger a qué te dedicarás por el resto de tu vida (a los pocos 17-18 años) e ir a la universidad
- Trabajar en algo que te dé dinero, y si tu profesión no te da suficiente como para adquirir lo que socialmente creemos que tenemos que poseer: carro propio, casa propia, viajes, ropa, posesiones materiales, entonces cambia de profesión o de trabajo porque inmediatamente tu valor, incluso como persona, disminuirá.
- Casarse
- Tener hijos
- …y muchos escalones más que la sociedad ha determinado y están inevitablemente dentro de nuestras cabezas y serán los que muchas veces determinen nuestras metas y decisiones.
Es tan fuerte como este sistema funciona que, cuando decides algo diferente, porque lo sientes, porque lo quieres realmente, te cuestionas si lo estarás haciendo mal e incluso se te señala porque, lo quieras o no, le estás siendo infiel al sistema, estás cometiendo “un pecado” social.
Y entiendo totalmente que un sistema es justo eso, una suma de acciones en cadena, de reglas, de orden que se requieren para que todo camine como se espera, pero en pleno año 2023 sabemos que, aunque algunas cosas deban hacerse de cierta manera, hay muchísimas otras que podrías cambiar, algunas será para unas personas y otras no. Entonces no es ahora culpa del sistema en el que vivimos, sino de nosotras y la falta de valores y conexión con nosotras mismas para tomar decisiones desde nuestro núcleo, desde nuestro corazón y mente.
Cuando tenemos claros nuestro valores, trazamos para nosotras mismas un camino a seguir que respete estos principios que guían nuestra vida. Lastimosamente, la mayoría de acciones que tomamos, o muchas de ellas, pasan por encima de nuestros valores: como el consumismo, la competencia desleal, la comparación, la prisa…y sólo nos aleja de nuestra misión de vida: vivir en total, o la mayor, coherencia con nosotras mismas.
Me tomé 10 segundos para “googlear” los valores más comunes, y esto fue lo que me arrojó la web:
- Bondad.
- Sinceridad.
- Empatía.
- Paciencia.
- Gratitud.
- Perdón.
- Humildad.
- Responsabilidad.
Y me sorprende que, tal vez responsabilidad sea el único que está presente en la mayoría de acciones que tomamos. Y el resto?
No sé cuáles serán tus valores más importantes para tu vida, pero la sinceridad es mi #1, no sólo con los demás, pero más importante conmigo misma. Soy honesta cuando no me guardo, cuando me presento ante al resto sin miedo a ser rechazada (incluso cuando este miedo a no ser parte de la manada es natural en el ser humano), cuando defiendo mi verdad, cuando procuro vivir acorde a lo que quiero para mí y mi familia, cuando no tengo que defender mis acciones porque ellas hablan por sí solas, y si causan molestia, entiendo que cada persona piensa y actúa diferente, o pienso que ojalá así sea.
Puede sonar tonto, o tal vez así lo etiqueté yo al hacerlo, pero sentarme con mi esposo a conversar sobre nuestros valores ha sido clave en nuestras últimas acciones. “Qué queremos realmente” , “Qué valoramos como individuos y como familia?”.
La pandemia puso sobre la mesa muchas situaciones que me hicieron cuestionarme la manera en la que he estado viviendo durante toda mi vida, muy duro, pero muy necesario. Me di cuenta que si bien existen reglas que mejoran la convivencia, también hay autoridades que he aceptado así incluso pasando por encima de mis valores. El 2019 y 2020, aparte de ser el tiempo en el que nació mi primer hijo, también fue una época que me obligó a defender mis valores, respetando mis decisiones que fueron en su mayoría distintas a las que incluso mi familia extendida, amigos y personas cercanas tomaron, pero fue real, fue sincera y honesta.
Al vivir bajo mis valores, lo más alineada a ellos posible, se me ha hecho más sencillo encontrar mi camino: qué quiero y qué NO QUIERO? He podido discernir el tipo de personas que quiero en mi vida, y de cierta manera se han alejado las que deben hacerlo porque no estábamos en la misma línea y se han acercado otras con las que mi forma de vida hizo clic. También es un trabajo constante, diario de recordarme a no tomar decisiones a la ligera, desde qué comemos en casa, qué ropa uso, hasta dónde educar a mis hijos, cómo hacerlo, qué trabajos o roles aceptar y cómo hacer que mi sistema familiar funcione a nuestra manera.
Creo que en estos tiempos, vivir bajo tus valores y tomar decisiones REALES que respeten esos valores es algo de valientes, es difícil pero sumamente necesario.
Gracias por haber sido parte de estos temas que ocupan mi cabeza.
1 Comment
Hola Cata
por un azar he llegado a tu blog y he leído tus páginas. Me han gustado mucho y si bien yo debería sentirme en otro estado diferente al tuyo, porque soy mayor que tú y mis hijos, que han sido y son la parte más feliz de mi vida, ya son mayores de edad y pronto no volverán a casa sino de visita, en cambio tus palabras me han hecho reflexionar. Porque a pesar de mis 55 años y de mi más o menos seguridad en mí misma, no he alcanzado esa certeza de vivir según mis valores. Tiendo a la bondad y al perdón, soy tranquila y yogui, pero las experiencias fatales con la maldad y egoísmo de otros seres que deberían ser más “queridos”, y en general la maldad gratuita, me hacen dudar y cuestionarme mi actitud. Estoy viviendo un año sabático en el que mi marido y yo nos hemos despojado de casi todo, salvo amigos, naturaleza y deporte. Me ha servido para conocerme un poco más, porque he renunciado a mis pasiones/evasiones: lectura de novelas, nadar, estudiar inglés… Cualquier afición se convertía en pasión, ayudando a evadirme de Algo, ¿qué?. A costa de Vacío, me he acercado un poco más a mí misma, a mis carencias, a mi manera distante de abordar las cosas, distante salvo con mi Familia (entiéndase madre y hermana), hacia las que sentía una devoción y a las que permitía cualquier desprecio. Durante años he privilegiado su trato a pesar de que era un poco tóxico. Ahora, después de una metedura de pata muy gorda, he abierto los ojos y me veo un poco mejor. Veo mi imagen del pasado, mendigando el cariño de personas que desde mucho tiempo atrás me lo dosifican y niegan. Veo ahora una gran mujer, generosa y buena, madre y esposa atenta y cariñosa. Pero aún así, me cuesta aceptar la mala fe de otros y actuar con astucia. Busco ese punto entre la bondad y la astucia, para no volver a ser engañada ni manipulada, pero a la vez conservar mi esencia bondadosa y comprensiva.